“Luego me llamas al móvil” o “mándame un mensaje cuando te enteres del plan” son unas frases muy comunes en nuestra sociedad. Los teléfonos móviles son algo relativamente nuevo pero es instrumentito que ha “forrado” a más de uno.
Hace unos diez años o incluso menos los móviles eran algo fuera de lo común. Los dueños de aquellas cosas que al resto del mundo nos parecían innecesarios o simplemente un lujo impermitible. Mirábamos a los primeros usuarios de las telefonías móviles como si fuesen bichos raros y, aunque parezca mentira, imitábamos a los pijos con un “ladritel” de los nuevos en la mano. Ahora dicho, parece algo hecho por un grupo de niños tontos, pero aunque éramos muy niños nosotros todavía (como os lo habréis supuesto ya) no éramos niños impertinentes que no paraban de molestar, sino que, a nuestra manera, expresábamos que aquello era algo que solo se veía en películas de gente “super guay” .Son agua pasada los tiempos en ibas a la cabina y llamabas a casa y le decías: “amatxu ven a buscarme a las ocho y media que los aitas de mis amigas vienen a esa hora”. Pero los tiempos cambian, y mucho, y ahora el que no tiene un móvil es como si fuera el rarito o estuviera excluido, puesto que no estaría integrado por no poder mantener apasionantes conversaciones con los colegas (que como ya mencioné una vez son importantes y son utilizadas para el marujeo).
Nunca he sido muy amiga de las nuevas tecnologías, dado que los ratones del ordenador se me resisten, los cascos del MP3 se me caen y todavía no he conseguido saber que es exactamente un “ipod”. Sin embargo, como todo, tiene sus excepciones que confirman la regla. Pues si, los móviles son mi pasión, no todos, pero el mío para mí es indispensable. Ahora me hace gracia cuando viene mi ama a que le lea los mensajes porque de momento sólo ha aprendido a llamar.
Lo que yo estoy queriendo decir con este artículo, es que el uso de los teléfonos es abusivo (para que no vamos a engañar, mi uso también es excesivo), y aún no conocemos a ciencia cierta los efectos nocivos que pueden traer los móviles bajo el brazo. Y es que son muchos los que dicen que las ondas son malignas y que pueden producir cáncer. Mi tío, por ejemplo, no te deja acercarte a él si llevas uno de esos “virus“ como dice él. En mi opinión le damos demasiada importancia a estos “cacharritos”, mucho más de la que deberían tener. Porque, puestos a pensarlo, no es nada del otro mundo y podríamos vivir sin él. Yo, sinceramente, lo dudo por que la verdad es que tengo cierta dependencia de mi amigo el móvil. Y no es el hecho de tener un teléfono repleto de increíbles avances lo que me gusta, sino simplemente tener el placer de comunicarme en mis propias manos. Si nos dedicáramos a pensarlo durante un tiempo, nos daríamos cuenta de que más de la mitad de las veces que usamos el móvil no son indispensables y que en otros tiempos no habríamos ido a buscar una cabina; cosa que ahora, aunque lo intentaras, no encontrarías una en tres kilómetros a la redonda, al menos que funcione. La verdad es que creo, que esto se está convirtiendo en una pequeña “pandemia” y que dentro de menos años de los que esperamos habrá un enfermedad tratada médicamente llamada movilmanía que la padecerán los movilómanos. Ahora incluso hay anuncios de cosas tan absurdas como móviles con sonidos de animales y forma de estrella, creo que todos sabemos de que anuncio hablo. Nos pasamos el día entero quejándonos por la ruina que es el móvil, pero la verdad es que no lo utilizamos debidamente. Es multitud la gente que envía sms-s que dicen “me aburro” o “he visto a tal por la calle” que son totalmente innecesarios. Pero, sin embargo, todo el mundo lo hace sin poder remediarlo. Todo el mundo se ha encariñado con la simplicidad y la complejidad del móvil, incluso la gente que no creías que lo haría, como por ejemplo mi aitite y mi amatxi, entre otros.
Pero, aunque la mayoría de la gente crea que es excesivo el uso de dicho “tramankulo”, no se puede hacer nada para controlarlo, pues quien más quien menos ha encontrado en el móvil una ayuda o una facilidad. Deberían advertir al comprarlo de que “produce dependencia y puede dañar gravemente su salud” como lo hacen en las cajetillas de tabaco. Pero yo hay una cosa que no entiendo y es que “¿como hacían nuestros aitas y aitites para localizar a los amigos si por algún motivo no podían quedar a la hora, en los cualquiera de los lugares de este enorme pueblo?” A mí que me cuenten el truquillo, que mi economía depende de ello.
Hace unos diez años o incluso menos los móviles eran algo fuera de lo común. Los dueños de aquellas cosas que al resto del mundo nos parecían innecesarios o simplemente un lujo impermitible. Mirábamos a los primeros usuarios de las telefonías móviles como si fuesen bichos raros y, aunque parezca mentira, imitábamos a los pijos con un “ladritel” de los nuevos en la mano. Ahora dicho, parece algo hecho por un grupo de niños tontos, pero aunque éramos muy niños nosotros todavía (como os lo habréis supuesto ya) no éramos niños impertinentes que no paraban de molestar, sino que, a nuestra manera, expresábamos que aquello era algo que solo se veía en películas de gente “super guay” .Son agua pasada los tiempos en ibas a la cabina y llamabas a casa y le decías: “amatxu ven a buscarme a las ocho y media que los aitas de mis amigas vienen a esa hora”. Pero los tiempos cambian, y mucho, y ahora el que no tiene un móvil es como si fuera el rarito o estuviera excluido, puesto que no estaría integrado por no poder mantener apasionantes conversaciones con los colegas (que como ya mencioné una vez son importantes y son utilizadas para el marujeo).
Nunca he sido muy amiga de las nuevas tecnologías, dado que los ratones del ordenador se me resisten, los cascos del MP3 se me caen y todavía no he conseguido saber que es exactamente un “ipod”. Sin embargo, como todo, tiene sus excepciones que confirman la regla. Pues si, los móviles son mi pasión, no todos, pero el mío para mí es indispensable. Ahora me hace gracia cuando viene mi ama a que le lea los mensajes porque de momento sólo ha aprendido a llamar.
Lo que yo estoy queriendo decir con este artículo, es que el uso de los teléfonos es abusivo (para que no vamos a engañar, mi uso también es excesivo), y aún no conocemos a ciencia cierta los efectos nocivos que pueden traer los móviles bajo el brazo. Y es que son muchos los que dicen que las ondas son malignas y que pueden producir cáncer. Mi tío, por ejemplo, no te deja acercarte a él si llevas uno de esos “virus“ como dice él. En mi opinión le damos demasiada importancia a estos “cacharritos”, mucho más de la que deberían tener. Porque, puestos a pensarlo, no es nada del otro mundo y podríamos vivir sin él. Yo, sinceramente, lo dudo por que la verdad es que tengo cierta dependencia de mi amigo el móvil. Y no es el hecho de tener un teléfono repleto de increíbles avances lo que me gusta, sino simplemente tener el placer de comunicarme en mis propias manos. Si nos dedicáramos a pensarlo durante un tiempo, nos daríamos cuenta de que más de la mitad de las veces que usamos el móvil no son indispensables y que en otros tiempos no habríamos ido a buscar una cabina; cosa que ahora, aunque lo intentaras, no encontrarías una en tres kilómetros a la redonda, al menos que funcione. La verdad es que creo, que esto se está convirtiendo en una pequeña “pandemia” y que dentro de menos años de los que esperamos habrá un enfermedad tratada médicamente llamada movilmanía que la padecerán los movilómanos. Ahora incluso hay anuncios de cosas tan absurdas como móviles con sonidos de animales y forma de estrella, creo que todos sabemos de que anuncio hablo. Nos pasamos el día entero quejándonos por la ruina que es el móvil, pero la verdad es que no lo utilizamos debidamente. Es multitud la gente que envía sms-s que dicen “me aburro” o “he visto a tal por la calle” que son totalmente innecesarios. Pero, sin embargo, todo el mundo lo hace sin poder remediarlo. Todo el mundo se ha encariñado con la simplicidad y la complejidad del móvil, incluso la gente que no creías que lo haría, como por ejemplo mi aitite y mi amatxi, entre otros.
Pero, aunque la mayoría de la gente crea que es excesivo el uso de dicho “tramankulo”, no se puede hacer nada para controlarlo, pues quien más quien menos ha encontrado en el móvil una ayuda o una facilidad. Deberían advertir al comprarlo de que “produce dependencia y puede dañar gravemente su salud” como lo hacen en las cajetillas de tabaco. Pero yo hay una cosa que no entiendo y es que “¿como hacían nuestros aitas y aitites para localizar a los amigos si por algún motivo no podían quedar a la hora, en los cualquiera de los lugares de este enorme pueblo?” A mí que me cuenten el truquillo, que mi economía depende de ello.
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