Y ¿qué importa lo que opine la gente? Ese parece ser el lema de los dirigentes de éste, nuestro pueblo, Algorta Getxo. Y es que últimamente los mandatarios no dan pie con bola. La gente no está de acuerdo con sus planes de “progreso”, pero a ellos realmente les da igual herir los sentimientos de las personas del pueblo, a la vez que matan su vida y su historia. Por supuesto, me estoy refiriendo a las barbaridades estéticas e históricas que han planteado para destrozar en breve esta bella localidad costera. Hablo de la “masacre” del puerto viejo, que recientemente ha comenzado sus obras, o de las casas que quieren construir en Andra Mari, tirando los bonitos y acogedores “Baserris” de la zona, entre otras.
Es un tema polémico en nuestro pueblo, convertido en ciudad. Por una parte está la gente del pueblo, desde los niños hasta ancianos que superan con facilidad los ochenta años, y por otra parte está el ayuntamiento; como quien dice, cuatro monos vs gente honrada, no tan poderosa como ellos, pero una gran multitud. Siendo así, está claro que casi siempre el pueblo tiene razón; es muy difícil que se equivoque tanta gente. O ¿acaso no es más probable que se equivoquen los cuatro monos antes mencionados? Y pensemos un poquito en la gente que ha crecido, se ha hecho adulta y ha envejecido en la misma casa del puerto viejo, divisando siempre el mismo precioso paisaje en el que jugaba cuando la guerra. Imaginemos el vacío que sentirá esa persona por dentro, al ver que han destruido la querida Peña Galdaretxe para ensanchar el paseo marítimo, objetivo que podía haberse conseguido simplemente suprimiendo el tráfico de vehículos. Si a nosotros nos entristece profundamente este hecho, y no somos más que unos bebés comparados con ellos, pensemos en la pena y amargura que tiene que sentir esa pobre gente que ha pasado toda su vida en este precioso lugar. Ante este inexplicable abuso, la gente del pueblo ha empezado a barajar la posibilidad de que esta obra sirva para blanquear dinero.
Hay que tener en cuenta también, otros posibles daños, aparte de los estéticos y los sentimentales (que son los que más duelen). La contaminación que ha causado en el agua este progreso sin sentido, es incalculable. Por poner un ejemplo, este verano, ya comenzadas las obras, fuimos a bañarnos al puerto y salimos de allí como para pasar por el limpia coches o, mejor, por un programa de desinfección intensivo. Salimos del agua, verde es poco decir, y los picores producidos por la mugre nos duraron varios días (a mí algo más, por mi piel extremadamente sensible) La verdad, es que las aguas del puerto viejo nunca han estado muy limpias, pero, aun así, no nos importaba bañarnos en ellas. Ese agradable baño de verano antes olía a algo refrescante y agradable mezclado con el encanto de la belleza de aquella antigualla, pero ahora huele sin finuras, a pura mierda (siento la expresión).
Y si esto fuese poco, también piensan en destrozar el puerto poniéndonos un asqueroso balneario para pijos, donde ahora hay un aparcamiento, que es donde son celebradas las famosas e increíbles fiestas del puerto viejo. Esta construcción, además de imposibilitar la celebración de las fiestas (que ya es bastante), contribuirá al desmorone estético de esta parte de nuestro pueblo. De hecho, va a dejar de ser nuestro bonito puerto VIEJO, como su propio nombre indica. Aunque yo no haya nacido en el Puerto Viejo, me siento muy orgullosa de que sea parte de mi pueblo. Además de esto, va a hacer que el pueblo se convierta en zona de veraneo de muchos turistas ricos y pijos, que harán que poco a poco cambie nuestra forma de vida y nuestra cultura. Lo mismo sucedió con la construcción del puerto deportivo hace unos años y llenó la zona, sobre todo los fines de semana, de gente que se cree superior por tener un par de yates o un coche para cada día de la semana. Sinceramente, no tengo nada personal contra este tipo de gente, pero no me gustaría que en el puerto viejo se respirase el mismo aire de superioridad que hay en el deportivo. Como tampoco me gustaría que esto se convirtiera en típica ciudad de vacaciones llena de gente, discotecas, clubs, y otras tantas atracciones para turistas. A lo que me refiero es que no quiero que Algorta sea como Benidorm, Marina D´or o Torrevieja. Como bien dicen los carteles y la gente “hau ez da Marbella”.
Nuestro pueblo no es el único que sufre este tipo de agresiones; son muchos los ejemplos, como Mutriku, los molinos de la sierra de Elgea, los atentados ecológicos del AHT, Bakio…
Es un tema polémico en nuestro pueblo, convertido en ciudad. Por una parte está la gente del pueblo, desde los niños hasta ancianos que superan con facilidad los ochenta años, y por otra parte está el ayuntamiento; como quien dice, cuatro monos vs gente honrada, no tan poderosa como ellos, pero una gran multitud. Siendo así, está claro que casi siempre el pueblo tiene razón; es muy difícil que se equivoque tanta gente. O ¿acaso no es más probable que se equivoquen los cuatro monos antes mencionados? Y pensemos un poquito en la gente que ha crecido, se ha hecho adulta y ha envejecido en la misma casa del puerto viejo, divisando siempre el mismo precioso paisaje en el que jugaba cuando la guerra. Imaginemos el vacío que sentirá esa persona por dentro, al ver que han destruido la querida Peña Galdaretxe para ensanchar el paseo marítimo, objetivo que podía haberse conseguido simplemente suprimiendo el tráfico de vehículos. Si a nosotros nos entristece profundamente este hecho, y no somos más que unos bebés comparados con ellos, pensemos en la pena y amargura que tiene que sentir esa pobre gente que ha pasado toda su vida en este precioso lugar. Ante este inexplicable abuso, la gente del pueblo ha empezado a barajar la posibilidad de que esta obra sirva para blanquear dinero.
Hay que tener en cuenta también, otros posibles daños, aparte de los estéticos y los sentimentales (que son los que más duelen). La contaminación que ha causado en el agua este progreso sin sentido, es incalculable. Por poner un ejemplo, este verano, ya comenzadas las obras, fuimos a bañarnos al puerto y salimos de allí como para pasar por el limpia coches o, mejor, por un programa de desinfección intensivo. Salimos del agua, verde es poco decir, y los picores producidos por la mugre nos duraron varios días (a mí algo más, por mi piel extremadamente sensible) La verdad, es que las aguas del puerto viejo nunca han estado muy limpias, pero, aun así, no nos importaba bañarnos en ellas. Ese agradable baño de verano antes olía a algo refrescante y agradable mezclado con el encanto de la belleza de aquella antigualla, pero ahora huele sin finuras, a pura mierda (siento la expresión).
Y si esto fuese poco, también piensan en destrozar el puerto poniéndonos un asqueroso balneario para pijos, donde ahora hay un aparcamiento, que es donde son celebradas las famosas e increíbles fiestas del puerto viejo. Esta construcción, además de imposibilitar la celebración de las fiestas (que ya es bastante), contribuirá al desmorone estético de esta parte de nuestro pueblo. De hecho, va a dejar de ser nuestro bonito puerto VIEJO, como su propio nombre indica. Aunque yo no haya nacido en el Puerto Viejo, me siento muy orgullosa de que sea parte de mi pueblo. Además de esto, va a hacer que el pueblo se convierta en zona de veraneo de muchos turistas ricos y pijos, que harán que poco a poco cambie nuestra forma de vida y nuestra cultura. Lo mismo sucedió con la construcción del puerto deportivo hace unos años y llenó la zona, sobre todo los fines de semana, de gente que se cree superior por tener un par de yates o un coche para cada día de la semana. Sinceramente, no tengo nada personal contra este tipo de gente, pero no me gustaría que en el puerto viejo se respirase el mismo aire de superioridad que hay en el deportivo. Como tampoco me gustaría que esto se convirtiera en típica ciudad de vacaciones llena de gente, discotecas, clubs, y otras tantas atracciones para turistas. A lo que me refiero es que no quiero que Algorta sea como Benidorm, Marina D´or o Torrevieja. Como bien dicen los carteles y la gente “hau ez da Marbella”.
Nuestro pueblo no es el único que sufre este tipo de agresiones; son muchos los ejemplos, como Mutriku, los molinos de la sierra de Elgea, los atentados ecológicos del AHT, Bakio…